Ayer que leía esta nota en El Universal, recordé cuando me robaron un celular hace un par de años. No fue asalto, por suerte, sino que lo olvidé en un lugar y, cuando regresé cinco minutos después, alguien ya lo había tomado.
Lo curioso es que quienes tenían en su poder mi teléfono tomaron muchas fotos y videos con él y no se dieron cuenta que lo tenía yo configurado para que se respaldaran automáticamente a Dropbox, así que durante un mes observé las actividades de por lo menos tres individuos en cientos de fotos y videos, los cuales conservo, incluyendo selfies y hasta un diploma con el nombre de uno de los tipejos.
Todos eran humanos, y al parecer hablan, sonríen y tienen familiares. Primero tuvo mi celular en su poder un bombero, luego un granadero federal y finalmente un oficial de medio pelo, al parecer de la policia federal o de la policía ministerial del D.F.
Tengo grabados entrenamientos anti incendios en un campo cerca de Toluca, y rudos entrenamientos de granaderos federales, incluyendo las patizas que les ponen en las prácticas antimotines.
Estas fotos y videos tomados con mi celular son de 2012 y tal vez valdría la pena exhibirlas en algún momento.