Ha muerto mi tío Tomás. Era mi tío político. Llegó de España a México en 1939, herido, perseguido por Franco, después de haber peleado con honor y de haber sido uno de los oficiales más jóvenes del Ejército Republicano. Se casó con una hermana de mi madre, mi querida tía Juli, y se estableció en Puebla, donde se dedicó a la ingeniería y a su familia. Amaba a México más que muchos mexicanos.
Mi tío es una de las grandes influencias de mi vida. Si quisiera enlistar todo lo que él ha influido en mi vida no me alcanzarían varias hojas, pero trataré de decir algunas.
Por mi tío Tomás escogí mi carrera. O tal vez debería decir que gracias a él encontré mi vocación. Podría haber escogidos las Humanidades o las Ciencias Químicas, que me llamaban mucho la atención, pero recuerdo su pasión al decir que lo que hacía falta en nuestro país era tecnología y decidí irme por la ingeniería.
Gracias a él adquirí el amor por los libros y el gusto por la lectura. Recuerdo su biblioteca desde que mi estatura me daba apenas para ver los estantes más bajos. Casi podría recitar los libros que están ahí: El Molino del Po, la montaña Mágica, Por quien doblan las campanas, la colección completa de Luis Spota, Pío Baroja, Cela, Jardiel Poncela y hasta la enciclopedia Barsa que me hacía salivar de niño.
Una vez le pregunté cuál sería el valor más importante que debería yo tomar en cuenta al empezar a trabajar. Sin titubear me respondio: “La ética”. Me explicó que de ahí vendría todo y que si no actuaba yo con ética, de nada serviría el mejor trabajo, la mejor tecnología y las mejores relaciones.
Considero esa su más grande enseñanza. La ética ha sido para un parámetro con el que me mido día con día, y uno de los valores que yo más estimo en los demás. Es parte de la misión de mi negocio y es para mí un motivo de orgullo poder afirmar que gracias a los consejos de mi tío siempre he actuado con ética en mi trabajo.
Quisiera decir que también aprendí de él la generosidad y que heredé su capacidad de trabajo, pero no me considero ni con mucho tan generoso y trabajador como él lo fue. Aún así, lo he tenido siempre como ejemplo tanto en el dar, como en su tenacidad en el trabajo.
Por eso es que el día de su funeral no me extrañó que tanta gente dijera la mucho que lo respetaba y lo mucho que de él habían aprendido. pero creo que si esa gente estaba agradecida, yo lo estoy tal vez unas diez veces más.
Me produce un gran orgullo haber convivido con mi tío Tomás en decenas de sobremesas y tardes de café, muchas veces durante días enteros cuando nos visitaba. Era una delicia escuchar sus fascinantes y conmovedoras historias. Quisiera haberle oído más. O mejor aún, quisiera haberlas registrado de alguna forma, pues fueron literalmente días enteros de conversación.
Mi tío Tomás es de esos seres grandes, realmente grandes, y no sólo por lo anterior que he escrito. Todavía me conmueven las últimas palabras que le oí decir cuando me despedí de él, unas pocas semanas antes de que muriera: “dile a tu padre que no deje de tomar mucha agua”.
Estando inmovilizado y débil por la enfermedad, todavía tuvo la fuerza para darme una recomendación valiosa después de que operaron a mi papá de la próstata.
Le sobreviven sus dos hijas, mis primas Aurea y Elizabeth, Chata y Bety, mujeres de gran temple y fortaleza, espejos de ese gran ser humano que fue mi tío Don Tomás Carro Tornero.
Nota: 11.10.2023. Gracias al Sr. Alfonso Aguilar por la foto donde aparece también su tío Don Vicente Barranco Gutiérrez y Don Juan Guerrero.
Vuarnet dice
En paz descanse…
Maria Sacramento Tornero dice
Lamento mucho la muerte. Siempre ando en la busqueda de los apellidos Tornero y ayudo a un amigo a localizar a otros apellidos Carro, que coincidencia que estan los dos unidos. Desde Venezuela un cordial saludo de maria sacramento tornero, hija de Murcianos, Archena
maria sacramento tornero dice
sacramento97@hotmail.com
Jazlyn dice
Enlihtgennig the world, one helpful article at a time.