Este es un texto experimental, fuera de la tónica normal de este blog.
Dice Therése Bertherat que “todos los animales tienen la espalda cargada de ornamentos y colores”. También dice que la espalda es el epicentro de la flexibilidad, el impulso y la fuerza. Y de la voz, el logro más prodigioso de los humanos.
Me pregunto ¿dónde se han quedado nuestros ornamentos dorsales? ¿Acaso sólo los atletas, gimnastas y top models son los únicos humanos dignos de una espalda de ensueño? Si hasta al perro más cutre y lánguido le nacen pelos erizados y atractivos en su espalda amarillenta.
No hay duda. Ha sido la tensión acumulada por miles de generaciones la que hizo que el humano perdiera sus ornamentos dorsales. Nadie sabe cuáles eran en realidad. La gente se imagina al homo erectus con un pelaje negruzco como el de los chimpancés. Pero tal vez era más hermoso. Y tal vez también su voz era hermosa a causa de estos ornamentos. ¿No debería ser un derecho de los seres libres el tener un dorso atractivo y refulgente?
Con el tiempo, los hombres y mujeres modernos perdieron no sólo sus ornamentos, sino hasta el interés por decorarse la espalda. Si entendieran la transformación que se produciría en ellos al pensarse alados o con espalda jaspeada y peluda, que los conectaría con sus seres auténticos, con su esencia primigenia y felina.
Imaginar a nuestra espalda ornamentada es un ejercicio de imaginación creativa, que puede impresionar fuertemente al subconsciente, o al Ku de acuerdo con la filosofía hawaiiana conocida como Huna. La consecuencia de impresionar al Ku, según el Huna es que los pensamientos se convierten en realidad.
Los chamanes hawaiianos, conocidos como kahunas, afirman con orgullo que sus islas no son bellas por algún capricho volcánico de la naturaleza, sino que a través de la voluntad creadora de su Ku lograron hacer que Hawaii fuera el lugar más hermoso de la tierra.
Así como los kahunas lograron manifestar la belleza incomparable de Hawaii, ¿no será posible para nosotros recuperar nuestros ornamentos con el simple ejercicio de imaginarnos alados, con espaldas mullidas como de tigre o de leopardo, aletas dorsales o hasta con grandes escamas de camaleón?
De acuerdo con el Huna, el mundo es lo que tú crees que es. Bastará entonces con imaginar nuestros ornamentos dorsales para recuperarlos. Cuando los recuperemos, el siguiente paso será simplemente usarlos.